Cuando se vive el invierno de la vida, la mirada del poeta contempla no sólo el paso del tiempo, sino también el paso de la historia. Los mundos desaparecidos nos obligan a buscar la identidad en la memoria, pero también a tomar conciencia del significado del presente. Esta obra nos habla de esta tensión ética entre el ayer y el hoy cuando el futuro deja de tener peso en las preguntas más personales.