JOSEPH CONRAD Y ABRAHAM CRUZVILLEGAS
Charles Marlow relata el viaje en que como empleado de un vapor navegaba el río Congo en busca del misterioso señor Kurtz, un hombre blanco que había logrado dominar los insondables secretos de la selva africana más espesa, creando tras de sí una leyenda que lo colocaba como una especie de superhombre, temido y admirado por igual, y que conseguía para la Compañía abundantes cantidades de marfil.
El poder simbólico y psicológico de la novela desnuda la perversidad que acecha tras la ilusión de progreso y civilización. Muestra la crudeza y el oprobio, pero también la fragilidad del pensamiento colonial y sus efectos depredadores. Conrad nos sumerge hasta el corazón de las tinieblas, donde el hombre es despojado de todo aquello que le da sentido a su vida, donde los nombres no son sino sonidos y las posesiones adquieren un ridículo talante que se encuentra a merced del rugido salvaje de la naturaleza en ebullición.