Willy Wolters sueña con dirigir una orquesta de renombreinternacional, aunque hay un pequeño inconveniente: Willy es unamujer. En 1926, pocos han visto a una mujer dirigiendo una orquesta ylos conservatorios rara vez las admiten, a no ser que sea paraestudiar alguno de los instrumentos considerados «femeninos». Sinembargo, Willy está decidida. Ella será la primera. Pero el destino es caprichoso, y cuando aparece el amor de su vida, la joven tendrá queescoger entre hacer caso a su corazón o perseguir un sueño tal vezimposible. La directora de orquesta nos sumerge en la historia real de la holandesa Antonia Brico, una mujer que luchó incansablemente parahacerse un lugar entre los grandes de la música clásica.