Thomas Pynchon escribió estos relatos entre 1958 y 1964, pero tardó más de veinte años en publicarlos. Pese a ser obra de juventud, llevan todos ellos la impronta y la semilla de lo que fue el Pynchon de la madurez, de ahí que en 1984 se decidiera a darlos a la imprenta. En el extenso y suculento prólogo escrito para la ocasión, donde comenta cada relato, confiesa su apego hacia el volumen mientras, tras compararlo con «lo que Frank Zappa llama una pandilla de viejos amigos reunidos para tocar rocknroll», asegura: «también el aprendizaje, como dice siempre Henry Adams, es un continuo avanzar».