Con este libro, leemos a Maquiavelo como todos los demás antes que nosotros, en el futuro. Desde su muerte en 1527, nunca hemos dejado de leerlo y siempre nos separa del letargo. Pero ¿qué sabemos de este hombre, excepto ese nombre inventado por sus críticos para designar esa angustia colectiva, ese mal político, el maquiavelismo?Aquí se traza un itinerario claro de cómo, poco a poco, el autor florentino agudiza su estilo. Para él, todo es bueno, siempre que uno pueda ejercer el arte de la palabra correcta, la verdad real de la cosa: "El amor es preferible, pero la fuerza, a veces, inevitable". La suerte de Maquiavelo siempre ha sido decepcionada por los estadistas que encontró en su camino. Por eso tuvo que escribir El príncipe. Si el libro intenta disociar la acción política de la moral común, aún queda la cuestión de saber no por qué, sino para quién escribe Maquiavelo. ¿Para los príncipes, o para aquellos que quieren resistirse a ellos? ¿Y qué es el arte de gobernar? ¿Es tomar el poder, o conservarlo? ¿Qué es la gente? ¿Puede gobernarse a sí misma? Las buenas leyes ¿nacen de legisladores virtuosos? ¿Pued