Comenzó a llamarla así en su angustia, Antígona, porque inocente soportaba la historia; porque, habiendo nacido para el amor, la estaba devorando la piedad. Así describió María Zambrano a su querida hermana Araceli cuando pudo reencontrarse con ella tras finalizar la Segunda Guerra Mundial. La hermosa y desdichada Araceli Zambrano había sobrevivido en el París ocupado teniendo que soportar las vejaciones de la Gestapo y la dramática experiencia de la detención y extradición a la España franquista de su compañero sentimental, Manuel Muñoz (ex director general de Seguridad de la República, fusilado en Madrid en diciembre de 1942). Pocos años antes, Araceli Zambrano ya había sufrido la tragedia de la Guerra Civil y la ruptura de su matrimonio con su añorado Carlos Díez, médico y militante comunista, quien, tras su posterior exilio en la URSS y en México, acabaría suicidándose en Venezuela en 1952. Las entrecruzadas vidas de Araceli y María Zambrano, Manuel Muñoz y Carlos Díez conforman la trama de esta novela que, soportada en datos históricos, se adentra en el interior de los personajes para rescatar, en forma