Los novios, sus familias y los demás invitados a La boda de Ángela esperan que comience la ceremonia en la explanada que hay ante la iglesia en que va a celebrarse el enlace; pero lo que verdaderamente ocupa el relato a partir de este momento es lo que el narrador cuenta a Tesa, un personaje ausente que, pese a ello, tiene un papel determinante en la narración. La historia en sí misma consiste, al cabo, en detalles minúsculos: los rostros, los gestos, las palabras y su sonoridad, recursos entrevistos, la naturaleza y las cosas no siempre visibles que circundan los hechos.
En esta maravillada narración, José Jiménez Lozano convierte en un suceso espectacular la asistencia a una ceremonia nupcial y la rememoración que a partir de ella se hace de la vida anterior de toda una familia. Experto orfebre de la literatura del detalle, el Premio Cervantes va tejiendo con una naturalidad admirable historias humanas que terminan componiendo un complejo fresco social.
El arte segurísimo de Jiménez Lozano, con su engañosa sencillez y la claridad de una prosa ejemplarmente limpia, obtiene en La boda de Ángela una de sus más acabadas creaciones.