Magnani y Morandi se conocieron en 1940, gracias a su amigo común Cesare Brandi. De ese encuentro nació una relación de gran afinidad espiritual que duraría hasta la muerte del pintor en 1964. El resultado es "Mio Morandi", un retrato afectuoso, el más íntimo y tangible que existe sobre el artista, escrito desde una sensibilidad y erudición reservadas sólo a los sinceros amantes del arte.